domingo, 29 de junio de 2008

MARTINA BARROSO GARCÍA (05-08-1939)


Martina nace el 30 de enero de 1917 en Gilbuena (Ávila), siendo la cuarta de 5 hermanos. Sus padres, Salustiano Barroso Díaz y su madre Mª Antonia García Gómez tuvieron 5 hijos (Marcos, Luis, Mª Mercedes, Martina y Domitila). Al poco tiempo de nacer la pequeña, deciden buscar un futuro mejor para sus hijos y se trasladan a Madrid, en el distrito de Chamartín de la Rosa, en la calle ya desaparecida, Calderón de la Barca, número 1.  Su padre Salustiano había sido jornalero en Gilbuena y tenía en su casa de Madrid un pequeño huerto y algunas cabras. Sus hijos,  Marcos y  Luis trabajarían de tintoreros en la Calle Ávila en Estrecho en un negocio familiar.
La tranquilidad familiar se trunca con el golpe de Estado de 1936, Luis se alistó de miliciano en la Calle  Francos Rodríguez en el distrito de Tetuán en la 33 Brigada Mixta, 2º Batallón, donde llegaría a ser nombrado teniente. Desapareció después del frente del Ebro, ya en  Cataluña, en diciembre de 1938. Tenía 28 años. Martina Barroso se afilió a las Juventudes Socialistas Unificadas el 1 de enero de 1937. Durante el periodo de guerra ella ayudó en uno de los talleres de la juventud a confeccionar uniformes de abrigo para los milicianos en el frente hasta finales de 1938 (curiosamente cuando se da por desaparecido a su hermano), posteriormente presta sus servicios en un comedor social de su distrito donde sirven comidas de ayuda a los niños huérfanos de guerra hasta el día 28 de marzo de 1939 cuando se clausura el comedor social.
Cuando sucedió el Golpe de Casado, muchos de los integrantes de las JSU son detenidos, entre ellos Martina pero fue puesta inmediatamente en libertad. El jueves 11 de mayo su amiga Ana López Gallego y ella, se encuentran a Julián Muñoz Tárraga que era el secretario de organización de las JSU de Chamartín de la Rosa y que seguía instrucciones del Comité Provincial del Partido. Según la declaración de Martina el dos de Junio ante el juez militar número 8, Martina dice: “ Nos comentó que la JSU estaba trabajando en la clandestinidad y nos pidió que nos incorporáramos, que había que organizarse en grupos para socorrer a compañeros mutilados, a los que estaban en la cárcel y a los que permanecían escondidos” y que contaban con ellas para formar parte de un grupo del barrio  que estaba a cargo de Sergio Ortiz. También les comentó a ambas que había que recoger material de guerra en el Pardo. Ana dijo que no y Martina según su declaración: “que ella solo se encargaba de cuestiones femeninas”. Al día siguiente, el 12 de Mayo por la noche, la policía por error, se mete en la casa de la vecina buscando a  Martina, esta mujer que era una niña entonces, María,  fue  testigo de lo que ocurrió en la casa de al lado, la de mis bisabuelos. La hermana 
pequeña de Martina, Domi, 18 años, relataba años después los gritos en la casa, que lo registraron todo, que rompieron todo, que no le dejaron ni una foto, ni un recuerdo, nada. Tiempo más tarde, Domi  tendría que pedir la pequeña foto de Martina a un novio que tuvo.​
A Martina la llevan a la Comisaría General de Policía Urbana de Jorge Juan donde permanece hasta el 1  de junio firmando su declaración en comisaría donde dice que: “desde abril de 1938 dejó de frecuentar el sector de la JSU de Chamartín alegando que por estar trabajando, le era imposible ir, limitándose a cotizar” y que “habiéndose encontrado con compañeros de su partido, siempre se negó a participar en la clandestinidad”. Con fecha 2 de Junio en la declaración indagatoria comenta que pretendían que formara parte del Socorro Rojo que consistía en la ayuda de compañeros en la cárcel, mutilados y escondidos.
El caso que no les dio tiempo a organizar grupos, ni reuniones, ni ayudar a nadie porque todos fueron detenidos. En junio ingresa en la cárcel de Ventas en el Departamento de Menores con la ventaja que estaba menos masificada pero el contacto con el resto de las reclusas era mínimo. Su cuñada Encarna que estaba en la misma cárcel se las apaña para ir a verla de vez en cuando pero llega el fatídico día del 3 de agosto donde 13 mujeres y 43 hombres fueron condenados a muerte por Adhesión a la Rebelión. En la noche del 5 de agosto van a buscar a Martina, Ana y Victoria al departamento de menores porque las van a fusilar. Las llevan a capilla. La mayoría de ellas están escribiendo cartas para sus familiares pero no todas, según testigos y la propia Encarna, hubo algunas que dijeron al sacerdote que fuera a confesar a los asesinos que las iban a matar inocentes. Era requisito poder confesarse para escribir la carta de despedida. Martina no lo hizo. Prefirió pasar las últimas horas en compañía de su cuñada que no dejaba de llorar. Según la versión de Encarna, años más tarde, diría que Martina estaba tranquila y que era esta quien le animaba a seguir adelante, que cuidara de sus padres porque iban a sufrir mucho y en ese momento le hace entrega de unas zapatillas que tejió en la cárcel parra su sobrina Lolita que cumpliría dos años el 20 de agosto de 1939. 
Las zapatillas impactan, primero porque son para una niña pequeña, llena de colorido, de mariposas, en su cordón entrelazado se ocultan los colores de la bandera republicana que uno se va dando cuenta según va girando el cordón. Utilizó el azul en lugar del morado, imagino que para que pasara desapercibido pero uno se da cuenta de la intención. Mi madre guardó las zapatillas envueltas en un pañuelo metidas en un cajón  y  yo a los 15 años al abrir ese cajón me encontré con esas zapatillas y con toda su historia que nadie me contó antes, no supe de su existencia ni la de su hermano Luis hasta ese día y me propuse como objetivo, colocarles a los dos en el espacio merecido de ese árbol familiar herido y mutilado por una guerra que jamás debió producirse.

Pequeñas alpargatas bordadas en la cárcel de Ventas por Martina Barroso para su sobrina.

"(...) ¿Qué es esto que me das, Martina? - acertó a decir Encarna. - Las he bordado con el hilo que he podido arañar del taller de labor. Son unas zapatillas de esparto con una mariposa bordada. Dáselas a mi sobrina Lolita, que dentro de unos pocos días cumplirá dos años. Son para ella y para la hija que tendrá. Para que caminen por el dilatado mundo que no conoceré. Que vivan la vida que no podré vivir.(...) (...) Estas zapatillas significan "no me olvidéis". Fueron su carta de despedida en la mañana del fusilamiento.Las cosió para mí, para ti. Para la hija que tendrás y para la hija de tu hija. Significan lo que tú quieras que signifiquen. Son tuyas igual que un día me pertenecieron a mí. Yo caminé un tramo de mi vida sobre ellas y tú misma, sin ahora recordarlo, también diste tus primeros pasos sobre ese esparto bordado a mano por una presa.(...) " 

Martina, la rosa número trece. Ángeles López.

6 comentarios:

Yo dijo...

¿Tenía Martina Barroso García novio? Si es así, ¿cómo se llamaba? Gracias

Unknown dijo...

No tenía novio. Mi abuela era vecina de su madre y no tenía, fue brutal las torturas que las hicieron, conozco la historia desde que he nacido

Unknown dijo...

Hola me gustaría que me dieras tu testimonio soy estudiante de Phd

Adrián MP Barroso dijo...

No tenía novio cuando la mataron. Pero lo tubo. Ella es mi tía bisabuela. Y mi familia no tenía fotos de ella porque los guardias las quemaron, y fue él quien dio esa foto a la hermana de Martina, y ahora la tiene mi abuela.

Este es mi blog sobre ellas:
https://www.blogger.com/blogger.g?blogID=1241226806833420839#allposts

Adrián MP Barroso dijo...

Hola soy Adrián Masa y Martina es mi tía bisabuela.
Cuando la Mataron no tenía novio, pero lo tuvo ya que la hermana de Martina le fue a preguntar que si tenía alguna foto de ella, ya que los guardias se las llevaron y las quemaron, y él le dio la única que hay.

Visitar mi blog: https://lastrecerosas1939.blogspot.com.es/?m=1

Unknown dijo...

Hola Adrián, me gustaría hacerte una pregunta si no te importa, sabrías decirme si tu tía bisabuela, tenía familia en Extremadura. Muchas gracias