jueves, 28 de diciembre de 2017

TERESA TRULLENQUE MARTÍN (28-12-1940)


Teresa Trullenque Martín, natural de Alfajarín (Zaragoza). Tenía 36 años cuando la sacaron de la prisión de las Ventas para ser fusilada en la madrugada del 28 de diciembre de 1940 junto a las tapias del Cementerio del Este de Madrid. El 18 de diciembre del año anterior habían fusilado a su marido, Francisco Forjas Palacio. Tenían tres hijos y, al poco de ser encarcelada junto a su bebé el 18 de septiembre de 1939, sufrió su muerte. Dalia Forjas Trullenque, de tan solo un año y medio de edad, falleció el 9 de octubre de bronconeumonía por las terribles condiciones carcelarias.

Fuentes: "Mujeres encarceladas. La prisión de las Ventas: de la República al franquismo, 1931-1941" Fernado Hernández Holgado. Certificado de defunción (AGMI)


CUIDAD DE MIS NIÑAS

Esta carta salió de la madrileña cárcel de Las Ventas escondida en una maceta. Su autora fue fusilada pocas horas después de escribirla. Una de sus hijas, Dalia Forjas Trullenque, de 16 meses de edad, había muerto poco antes en la prisión. El marido de Teresa, Francisco Forjas, miembro de la ejecutiva socialista del Puente de Toledo, había sido fusilado en 1939. «Contadle al mundo lo que me está pasando, que me están matando a palos», había escrito Francisco en una misiva que llego a su familia. Su hermano Alberto y un hermano de Teresa, Luis Trullenque, también murieron en el paredón. Todos eran socialistas madrileños. Pero Teresa confía a la Virgen la suerte de sus hijas huérfanas. La carta nos fue enviada por una de ellas, Teresa. «Teniamos 5 y 7 anos cuando murió mi madre», nos decía en la carta que acompañaba a este texto. «La obligaron a confesarse para que se pudiera despedir de nosotros. Ahora que todo se puede contar, tendré la alegría de que la gente sepa el dolor con que mi madre se fue de este mundo».


Las Ventas, 28 de diciembre de 1940.

"En capilla, a la una de madrugada, es la ultima carta que os escribo, queridas hermanas Concha y Paca. Mis hijas se quedan huérfanas. No os pido más que las miréis como si fueran vuestras hijas. Muero inocente y con la conciencia muy tranquila. Dad muchos besos a mis queridas niñas que las llevo clavadas en el corazón y lo mismo a las vuestras y a la abuela. Siento mucho todo lo que os habéis molestado, que ha sido inútil. Ese señor ha servido mal, pero, en fin, que le vamos a hacer, paciencia. Os pido que llevéis a mis niñas por buen camino, que sean buenas, que salgan dos mujeres honradas como su madre, que nunca nadie ha tenido que decir nada de mi y que pidan mucho a la Virgen.Muchos besos para sobrinas y para la abuela y para Vidal. Dejo de madre de mis hijas a la Virgen Santísima, que ella las protegerá y defenderá de todos los peligros. Muchos besos. Hasta la eternidad."
Teresa Trullenque Martín

"Los años difíciles". Edit. Aguilar