"No puedo dar muchas explicaciones después de tantos años
transcurridos, y porque en casa, quizás por prudencia, no nos hablaban sobre la
guerra. Lo que recojo es más bien a través de conversaciones oídas a los
mayores hablando entre ellos, siendo yo niña.
Según recuerdo Epifanio fue guardia civil y una de las noches le
tocó patrullar con el comandante del puesto (ni idea de en qué pueblo sucedió).
Éste debía de tener un carácter muy áspero, hacía una noche muy fría de
ventisca y lluvia, el comandante había ido todo el camino protestando sobre el
tiempo, los malhechores y de todo lo que se le ponía por delante.
Al terminar el servicio volvieron al cuartel, entraron en la sala
de armas a dejar sus pistolas y escribir el parte, y una vez hecho esto marchó cada uno a su vivienda
(era una casa cuartel), y Epifanio se puso a silbar: el comandante creyó que se
burlaba de él. Total, que discutieron y se pegaron. A Epifanio eso la valió ser
expulsado del cuerpo. Mi madre decía que de ahí le vino todo y que su muerte
fue una venganza. Terminada la guerra, el general Franco proclamó un bando
diciendo que todo aquel que hubiese combatido en el bando contrario, pero no
tuviese las manos manchadas de sangre, nada tenía que temer, que se presentase
para dar testimonio de donde había combatido; Epifanio se presentó, dio sus
datos como le pedían y marchó para su casa. Transcurrieron varios días sin que
nada ocurriese y le volvieron a llamar para aclarar algún punto. Fue, pero ya no
volvió; estuvo tres meses sin que su mujer, Ramona, supiera nada de él hasta
que lo localizó en una cárcel. A él lo habían metido preso, y a ella le
quitaron lo poco que tenía de vajilla, ropa y ajuar, teniendo que colocarse de
sirvienta, (se colocó en casa de una mujer que también tenía al marido en
prisión).
Ramona (no sé el apellido, era de Yanci, Navarra) hizo lo que pudo,
que era más bien poco, pero al menos cuando iba a visitarle le podía llevar un
bocadillo y hacer gestiones para que su
marido saliese de la cárcel. A mediados del 42, ya le dijeron que pronto
saldría el juicio, Ramona se lo comunicó
a mi madre (hermana de Epifanio) y fue a Madrid para entrevistarse con un
sacerdote que si mal no recuerdo se llamaba Francisco, que era de Carcar y
persona influyente en Madrid. Habló con él y este le dijo que por los cargos
que le acusaban no le iban a salir más de 3 años y como ya casi los había
cumplido, pues que en cuanto se celebrase el juicio le darían la libertad. Y
que de todas formas cuando supiese la fecha del juicio le haría otra visita
para que el estuviese al tanto. Mi madre se volvió al pueblo tranquila, dejando
el encargo de que cuando Ramona supiese la fecha del juicio se lo hiciese
saber, pues ella volvería para hablar con Francisco. Por fin Ramona comunicó
que a mediados de Enero (1943) sería el juicio, y mi madre dispuso que en
cuanto se pasase la Navidad marcharía a Madrid. Pero no hizo falta, LA NAVIDAD NOS TRAJO LA TRISTE NOTICIA.
Adjunto una copia de la carta que yo tengo, pero hay que tener en cuenta
que la original la tenía Ramona, que a
ella iba dirigida; a mi madre le mandó una transcripción y de ésa en tiempo más
actual se hizo una copia a máquina. El
día que se recibió dicha carta la recuerdo como muy desgarradora, yo tenía 12
años y me impresionó mucho. Mi abuela Canuta (la madre de Epifanio y de mi
madre, que entonces tenía 85 años) estuvo 3 días sin salir del granero.
Pudiera ser que esta transcripción pueda tener alguna variación
involuntaria."
Esther Bravo Alzate (1930)
Sobrina de Epifanio Alzate Itarte