"Mis abuelos con seis hijos vivían entonces en Madrid. Mi abuelo era funcionario de prisiones y al poco de empezar la guerra enfermó y quiso que los tres varones se enrolaran como soldados republicanos. El mayor, Carlos, murió en el frente de Somosierra. El mediano, César, también debió de estar por allí. Es al que cogieron prisionero. Estuvo en la cárcel de Porlier antes de ser fusilado con 20 años junto a las tapias del Cementerio del Este. Era encuadernador. El pequeño, Conrado, cuando terminó la guerra estaba en Cartagena y no le cogieron porque, al igual que otros compañeros, regresó a Madrid andando de noche y escondiéndose de día. Fue el consuelo de la abuela, pobrecilla."
(Testimonio de su sobrina Celia)