Antonio Hernández Pérez, mi abuelo, nació en Boadilla del Monte
(Madrid) en 1895, en el seno de una familia humilde y trabajadora. Y
murió fusilado por el régimen franquista en las Tapias del Cementerio
del Este (Hoy, Cementerio de la Almudena), el 21 de enero de 1942,
a la edad de 47 años.
Sus padres, Pedro Hernández y Juliana Pérez, tuvieron tres hijos:
Antonio, Santos e Isidora. La familia vivió en Boadilla del Monte y
allí, mi abuelo creció en un clima muy familiar. Dicen de él que era un
niño dulce y muy bueno. Conservamos esta fotografía de cuando era
un bebé:
Con los años, la familia fijó su residencia en Pozuelo de Alarcón (Madrid), y es allí donde mi abuelo Antonio vivió la mayor parte de su vida. Es en Pozuelo donde conoció a su novia, Manuela y donde ejerció su profesión como sereno municipal. Se casó con mi abuela, Manuela Sánchez Barrio y ambos tuvieron siete hijos: Antonio, Manuela, Vicente, Pedro, Santos, Lucía y Basilio Juan. Basilio Juan Hernández Sánchez, mi padre, nació el 12 de junio de 1935 en Pozuelo de Alarcón. Era el más pequeño de los siete hermanos y tenía sólo 7 años cuando su padre (Antonio Hernández Pérez) fue asesinado. Esta fotografía muestra la boda de mis abuelos:
Eran tiempos muy duros. Las familias humildes tenían que trabajar mucho para salir adelante. Y si algo caracterizaba a Antonio y Manuela era su carácter fuerte y luchador. Sacar a siete hijos adelante era muy difícil en aquellos tiempos. Pero donde hay amor, hay fuerza y allí estaban ellos para conseguirlo. Hasta que mi abuelo nos dejó, lo hicieron juntos, lucharon juntos. Después, tuvo que seguir mi abuela sola, hasta que sus cinco hijos y sus dos hijas crecieron y todos ellos se convirtieron en “hombres y mujeres de bien”.
¿Por qué mataron a mi abuelo? Pues eso es lo que me gustaría saber a mí. He investigado a fondo. Y con su expediente penitenciario (facilitado por el Ministerio del Interior) y el sumario del juicio (suministrado por el Ministerio de Defensa), descubro que el único motivo por el que se dictó su sentencia de muerte fue el de “Adhesión a la Rebelión Militar”. Le mataron sólo por tener ideas diferentes. Respecto a las demás acusaciones no se aportó ninguna prueba. Así pues, la única prueba que hay documentada es que tanto su hermano Santos como él estaban afiliados a UGT. Su hermano, Santos Hernández Pérez, compartía los mismos ideales que Antonio. Y aunque no fue fusilado, las tropas franquistas de vez en cuando le sacaban de su casa para torturarle. Hasta que un día el pobre no volvió porque murió, víctima de una paliza. Este era Santos:
Volviendo al abuelo y a lo que dice el sumario, reflejo a continuación un resumen de lo que constituye la Causa núm. 48.776 de uno de los tantísimos juicios sumarísimos que se celebraron en aquellas fechas; juicios en los que se basaron impunemente para matar a quienes tenían otras ideas políticas diferentes del régimen de Franco.
Dice el sumario que, a fecha del procesamiento de Antonio, se hallaba afiliado a la UGT desde hacía más de 20 años. Se dice también, que ocupó cargos directivos en la Casa del Pueblo de Pozuelo de Alarcón (Madrid) en numerosas ocasiones y se distinguió por sus ideales revolucionarios con motivo de los sucesos de octubre de 1934. Hay otras acusaciones que ni están probadas ni se molestaron en redactarlas de forma convincente, quedando claro que no eran ciertas. Ingresa el 6 de mayo de 1939 en el Campo de Concentración de Prisioneros de Aranda de Duero procedente de Valbuena de Duero. El 1º de octubre de 1939, ingresa en la Prisión Central de Valdenoceda (Burgos) procedente del Campo de Concentración de Aranda de Duero, entregado por la fuerza militar en concepto de detenido. En fecha 20 de marzo de 1940 ingresa en la Prisión de Madrid, procedente de la de Valdenoceda (Burgos). El Juzgado Permanente núm. 15 de la Capitanía General de la Primera Región Militar se encargó del expediente y de su caso. HERNÁNDEZ PÉREZ, Antonio: Estuvo privado de su libertad en la Prisión Provincial de Madrid durante tres años (1940 a 1942). Fue condenado a muerte y fue fusilado el 21 de enero de 1942 en el Cementerio del Este. El día que mataron al abuelo, las tropas franquistas fusilaron a 12 personas (contando al abuelo). Estos son sus nombres, por orden alfabético de su primer apellido: Alonso Pascual, Aurelio Asarta Imaz, Manuel Barreiro Barciela, Francisco Diéguez Dueñas, Isidoro Giraban Estévez, Jaime Gormaz Pina, Toribio Hernández de Canto, Victorino Hernández Pérez, Antonio (NUESTRO ABUELO) Jiménez Aylagas, Mariano Larrañaga Churruca, Jesús Rodríguez González, Eladio Ruiz Jiménez, Pedro Dos de los fusilados junto al abuelo eran personas conocidas. Nacidos en Vascongadas, con cargos importantes en el partido comunista. Se trata de Jesús Larrañaga y de Manuel Asarta Imaz.
Antes de terminar, quiero compartir con vosotros, la emoción que sentí cuando llegó a mis manos la carta de despedida que mi abuelo redactó en la capilla de Porlier, la madrugada previa a la fecha en la que fue asesinado (Nos dejó a las 09:30 h.) Desde 1942 hasta hoy, la carta ha sobrevivido y llegó hasta mi. Y pude tocarla. Y puede experimentar tantas cosas al acariciarla, que no encuentro palabras para deciros todo lo que mi corazón sintió. Está arrugadita por los años y pegada con celo en alguna de las esquinas. Pero permanece incombustible, indestructible y firme como el corazón de todos los miembros de nuestra familia. Y para terminar, os cuento sobre una promesa que hicieron mi padre y mis tíos paternos. Una promesa que cumplieron todos (los siete hermanos). Dijeron que aquella mañana fría de enero, mi abuelo no murió en vano. Dijeron que su espíritu continuará con nosotros eternamente. (Yo lo creo también así). Y para asegurarse, prometieron que todos ellos bautizarían a uno de sus hijos varones con el nombre de ANTONIO. Y si no tenían hijos varones, llamarían ANTONIA a una de sus hijas. Y así ha sido. Desde el hermano mayor hasta el hermano pequeño, que es mi padre, todos han cumplido su promesa. Todos tienen un hijo Antonio o una hija Antonia. No os podéis ni imaginar la cantidad de “ANTONIOS” que hay en nuestra familia. Porque el abuelo nos dejó una huella maravillosa e imborrable a todos. Fue un hombre luchador y valiente. Y fue un hombre bueno.
¡¡¡Descansa en Paz, querido abuelo!!! ¡¡¡Brindamos por ti!!! ¡¡¡Ya sabes que te queremos mucho y te querremos siempre!!!
Mª Ángeles Paloma Hernández Gayoso
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