Francisco Garrigós, fue fusilado cuando ella era una niña y Rosa cuenta que en su casa nunca se habló mucho de ello pero un dia en una maleta aparecieron unas cartas recibidas por su padre cuando estaba en la carcel. En ellas un teniente Coronel Auditor agradecía "unas gestiones" que le habian salvado la vida. Pudo ser el hombre que protegió a Manuel Aznar, abuelo del expresidente de gobierno español.
Manuel Aznar junto a Francisco Garrigós. (sentado)
Manuel Aznar junto a Francisco Garrigós. (sentado)
"Muy señor mío. No sería bien nacido si olvidara que usted cuando estuve preso en octubre de 1936 [...] no vaciló en gestionar mi libertad hasta obtenerla, librándome quizá de las horribles matanzas del 7 de Noviembre [...] No le oculto que su situación es grave [...] Sin embargo, como no creo que que usted sea responsable directo de crímenes y en cambio me ha salvado a mí y tengo entendido que a otras personas, hay que confiar en el caudillo"...Sabemos que su padre era Jefe de Talleres de Tranvías. Y en la familia, nos dice Rosa, siempre se ha especulado con que su padre fue el encargado de evacuar en tren al abuelo del ex-presidente Aznar."
"Amada Antola,
ya todo se acabó para mí. Cuando ésta llegue a vuestro poder, ya no seré más que un recuerdo.
Tened valor para llenad este golpe, que yo lo acojo con la tranquilidad de la conciencia de quien nunca ha faltado a su deber.
Muero pensando en vosotros y sed siempre buenos, como hasta hoy. Vosotros sabéis que mi nombre lo podéis llevar con orgullo porque siempre he cumplido y todos os habéis criado al amparo del trabajo y la honradez. En este momento supremo no tengo de que arrepentirme. Y sólo vuestro dolor me produce pena.
Adiós, almas de mi alma, Antola mía. No os separéis nunca. Procura que nuestros hijos crezcan y se críen en el buen recuerdo de su padre, que para ellos lo quiso todo. Adiós por última vez.
El último beso que os mando, recibidlo con serenidad.
Paco. 23 de Octubre de 1940."
ya todo se acabó para mí. Cuando ésta llegue a vuestro poder, ya no seré más que un recuerdo.
Tened valor para llenad este golpe, que yo lo acojo con la tranquilidad de la conciencia de quien nunca ha faltado a su deber.
Muero pensando en vosotros y sed siempre buenos, como hasta hoy. Vosotros sabéis que mi nombre lo podéis llevar con orgullo porque siempre he cumplido y todos os habéis criado al amparo del trabajo y la honradez. En este momento supremo no tengo de que arrepentirme. Y sólo vuestro dolor me produce pena.
Adiós, almas de mi alma, Antola mía. No os separéis nunca. Procura que nuestros hijos crezcan y se críen en el buen recuerdo de su padre, que para ellos lo quiso todo. Adiós por última vez.
El último beso que os mando, recibidlo con serenidad.
Paco. 23 de Octubre de 1940."
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